10-Los gobiernos ocultan la situación apocalíptica

En los primeros compases de la desintegración del sistema capitalista mundial, hubieron varios acontecimientos que marcaron el comienzo de la era post-caos. La sociedad aparentemente vivía unos momentos de enorme soberbia amparándose en sus adelantos tecnológicos y en un consumismo exagerado, mientras la gran mayoría de paises en vias de desarrollo y subdesarrollados sobrevivían de las sobras del primer mundo.
Estaba cantado que el cataclismo iba a suceder aunque los más profanos vividores del lugar seguian hacia adelante en una carrera "tumba abierta". Añadiendo a esto las constantes instigaciones morales de quienes se dedicaban a presagiar malos augurios que apenas se tenían en cuenta, llegaron los grandes cataclismos con sus correspondientes tsunamis que lo arrasaron todo,-cual manguera de riego-. Esto conllevó fugas radiactivas en zonas altamente industrializadas que se vieron abocadas a la evacuación masiva de sus ciudadanos y al abandono de los centros de trabajo que aprovisionaban de material tecnológico al resto del planeta.
Mientras estos indicadores sugerian la paralización del complejo industrial tecnológico y sus ramales, que significaba la integración de millones de trabajadores al paro junto a los ya existentes, una nueva intervención del ejército aliado en los parajes más criticos del mapa geopolítico energético, con sublevaciones expandidas de todos los ciudadanos de la región, hacían presagiar un conflicto que acabaría en un desastroso enfrentamiento nuclear.
La gente comenzaba a estar verdaderamente preocupada, sin saber que los auténticos acontecimientos que marcaban el fin de una era, solo habían hecho más que empezar. Cuando el asunto de la central nuclear deribó a términos de "apocalipsis", las bolsas de todo el mundo se desplomaron con la virulencia de los efectos de un huracán contra casitas de papel-moneda. Ahí comenzó otra descorazonadora y cruel realidad: el mundo no era tal como nos lo habían pintado.

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